jueves, 30 de septiembre de 2010

El Social Sciences Citation Index

Para muchos investigadores resulta imprescindible poder publicar sus trabajos en revistas científicas especializadas en su campo. Estas publicaciones suelen estar incluidas en distintas bases de datos, algunas de gran prestigio internacional. Para entrar en algunas y, de esta manera, tener más visibilidad ante la comunidad científica, la revista debe cumplir unos estrictos criterios formales. Por supuesto, la calidad del contenido también se evalúa, así como su puntualidad a la hora de distribuirse (ya sea en papel o en su versión electrónica) y las citas bibliográficas que reciben los artículos allí publicados. Las bases de datos más importantes del mundo en cuanto a revistas científicas quizá sean las que realiza Thomson Reuters. Sólo las revistas más importantes de cada especialidad están incluidas en las bases de Thomson, que ofrecen a las publicaciones el llamado "factor de impacto".

Para los autores, publicar en una revista que tiene factor de impacto suele suponer, a parte de prestigio, un buen espaldarazo en su carrera profesional, ya que las administraciones y las universidades suelen reconocer este hecho como méritos para el investigador.

Pero, ¿qué es el factor de impacto? Es un controvertido número (calculado con respecto al número de artículos publicados por una revista y las citas bibliográficas que se hacen de estos artículos en la misma publicación o en otras) que suele servir para determinar un orden de importancia dentro de una disciplina científica. Para más información: http://es.wikipedia.org/wiki/Factor_de_impacto

La filología está incluida, en los índices de Thomson, en el apartado de ciencias sociales (Social Sciences Citation Index, SSCI). A continuación, recuperados del foro de la página, os dejo los enlaces a las revistas españolas relacionadas con la filología que están incluidas en tan prestigiosa base de datos. Muchas de ellas se pueden consultar en internet de manera gratuita.

-Revista de Dialectología y Tradiciones Populares: http://rdtp.revistas.csic.es/index.php/rdtp



-RILCE, Revista de Filología Hispánica: http://www.unav.es/rilce/default.html

-Vigo International Journal of Applied Linguistics: http://webs.uvigo.es/vialjournal/

-Revista Española de Lingüística Aplicada: http://www.aesla.uji.es/?q=revista

-Círculo de lingüística aplicada a la comunicación: http://www.ucm.es/info/circulo/

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Qdms sta noxe???

Hace años, tenía un compañero de trabajo cuyos mensajes de móvil era incapaz de entender. Se dejaba fuera tantas letras que ni en mis mejores sueños filológicos hubiese sido capaz de descifrar aquellos textos. "Es para ahorrarme dinero", me decía, cuando en realidad no cubría ni el 20% de espacios en cada mensaje. Supongo que se refería al dinero que se ahorraba en llamar, ya que es lo que tenía que hacer yo constantemente. "Es para ir más rápido", argumentaba otras veces. Lo rápido, insisto, era mi llamada. Luego, claro, a uno le llaman "pedante" por no dejarse ninguna letra y poner las tildes allá donde van en los mensajes de móvil. Pero ésa es otra historia. Lo que quiero decir en estas líneas es que yo nunca le critiqué por ello, sino que siempre busqué la mejor forma para que nos pudiésemos llegar a entender (que nadie piense que me gastaba fortunas en llamadas, claro).

No me gusta la imagen chulesca y de superioridad que pasean algunos filólogos que se pasan el día corrigiendo a sus amigos (sin ánimo de ofender, dicen) y que sonríen condescendientemente cuando alguien se equivoca. Quien no conozca a ninguno de este tipo, yo puedo presentarle con mucho gusto a unos cuantos. Por suerte (insertar aquí suspiro melodramático), no son la mayoría, ni mucho menos.


Para mí, y es sólo mi opinión, los filólogos somos necesarios. Pero, a veces, estamos de más; nos pasamos de listos. Lo he visto mil veces y las que me quedan. Lo que nos faltaba es alimentar esa imagen de correctores permanentes…


Por supuesto, no quiero personalizar ni acusar a nadie, pero sí, va por ti. Sí, por ti (bromeo).


En fin, quien quiera quedar esta noche, que me envíe un mensaje que pueda entender a la primera, ¿de acuerdo? Luego se hace tarde y me da pereza salir…



martes, 14 de septiembre de 2010

Pequeños homenajes a los compañeros de viaje

Lo siento, me ha salido un pareado sin quererlo, pero ya no me atrevo a cambiar el título. Ya que se me ofrece, aprovecho esta tribuna para homenajear a uno de mis más fieles compañeros de batalla durante la carrera y más allá. Cuando era pequeño y leía al gran Ibáñez (todavía hoy lo hago, a ratos muertos), buscaba el María Moliner en los estantes de mi tía para conocer el significado de alguna palabra que no entendía. No sabría muy bien decir el porqué, pero no me gustaba consultar ningún otro diccionario de los que tenía. Cosas de la edad, supongo. Años más tarde, cuando se cumplía el primer cuatrimestre de mi yo universitario, los Reyes se presentaron en casa con uno nuevo de trinca. Los Reyes Magos, quiero decir. Y ahora, alguna mudanza después, ahí siguen los dos tomos, aguardando a que los coja en cualquier momento, casi a traición. Mientras, el DRAE, ya no me pregunta aquello de "¿a quién quieres más, a papá o a mamá?".

lunes, 13 de septiembre de 2010

Los correctores que salvan vidas

Trabajar de corrector de estilo es, muchas veces, una tarea ingrata. En los textos científicos, un poco más. Un compañero de facultad me explica a veces las discusiones que ha tenido con autores de revistas médicas. “Pues en mi hospital lo decimos así” suele ser uno de los principales argumentos de aquellos autores que se quejan de las correcciones realizadas en su texto “sin su permiso”. Todo es discutible, claro. ¿Dónde está el límite? ¿Quién debería marcarlo?

Otro autor se quejaba de que le habían variado los signos de puntuación y ahora en el texto no se entendía lo que él pretendía decir. Al leer el original, comprobé que en un párrafo de quince líneas, por ejemplo, no había ni una sola coma, ni un solo punto; nada. Efectivamente, el sentido había cambiado. Ahora se podía leer.

Una tarde, mi amigo recibió una llamada en el trabajo. Un autor le agradecía su corrección (según él, la primera y única vez que ha pasado algo así). En la indicación de un medicamento, la coma estaba mal situada y la dosis que iba a aparecer publicada era letal. La experiencia del corrector le había hecho dudar y consultó con el autor, que corrigió la dosis.

Sí, ya sé que el título es un tanto hiperbólico, pero el trabajo de corrector es importante. Y, a veces, imprescindible.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Todo tiene un comienzo

Todo tiene un comienzo, dicen.

Este grupo también lo tuvo, así que intentaremos explicar cómo se fraguó todo. Fue, en realidad, una pequeña broma entre antiguos compañeros de facultad, un poco cansados, ésa es la verdad, de las caras extrañas, las risitas y los codazos disimulados que veíamos (y seguimos viendo) cuando alguien se enteraba de que habíamos estudiado filología.

Un comentario en facebook lo desencadenó: estoy a punto de crear un grupo que se llame “Los filólogos somos necesarios. Que parece que no, pero sí”. Varias respuestas, algunas jocosas, todo hay que decirlo, me empujaron a hacerlo.

Me llevé una gran sorpresa cuando vi apuntada a la primera persona que no conocía. El primer día éramos cuatro. El segundo, 15. La primera semana había más de 100 personas apuntadas y no acababa de creérmelo. Las tres semanas que siguieron fueron una auténtica locura, pues se llegó a los 5.000 integrantes. “Has creado un monstruo”, me decían algunos. “Has creado un espacio para el diálogo”, me aseguraban otros. “Las dos cosas vienen a ser lo mismo”, apuntaban los más cáusticos.

Otra sorpresa, menos positiva, vino hace no demasiado, cuando facebook se puso en contacto con este administrador que os habla y le comunicó que la página se bloquearía o cerraría si no era capaz de demostrar que era el legítimo propietario de la empresa o la marca. Por supuesto, no se trataba ni de una empresa ni de una marca, así que traté de justificar la creación de la página. Su respuesta fue que para lo que yo quería, ahí estaban los grupos. Las páginas, amigos, eran sólo para empresas u organizaciones legalmente establecidas. En la misma respuesta, el tema de las denuncias y el contenido inapropiado.

Ante la incertidumbre, decidimos crear un grupo, un perfil de facebook, una cuenta de twitter y este blog, que queremos tener interconectados para que nadie se pierda nada. Sí, ya lo sé. Difícil tarea.

En cualquier caso, esta entrada del blog era sólo para explicaros que, a veces, de la idea más pequeña nacen diálogos abiertos como los que mantenemos. Y que no me gustaría que se perdiesen. Porque, aunque digan que no somos necesarios, eso viene a ser lo de menos.

¿El futuro del grupo? Amigos; el que vosotros queráis.