lunes, 25 de abril de 2011

¿Por qué estudiar filología?

Mi prima tiene 16 años y quiere estudiar Filología Inglesa. Su hermano, que ya está en la universidad estudiando Ingeniería Civil, le dice que se lo piense. Sus padres; que haga lo que quiera. Yo, cuando me preguntó, le contesté que me parecía fantástico si era lo que ella quería. Hasta aquí, la historia viene siendo más o menos normal, pero veamos la respuesta de sus profesores en el instituto:

-Su profesor de inglés le dice que estudie cualquier otra cosa; que hoy en día no se va a ningún sitio con la filología.

-Su profesora de literatura española le pide paciencia, que lo piense detenidamente, ya que muchas veces los alumnos se dan cuenta de que, al final, no quieren estudiar filología. Y, entonces, ya es demasiado tarde. Que hay otras alternativas con más salidas laborales.

-Su profesora de latín le contestó: "¿Filología? Mírame a mí, que seguí mi vocación y ahora tengo que estar aquí".

A mí, la verdad, me sorprendieron estas respuestas, sobre todo porque otros profesores, de las asignaturas de ciencias, la animaron a estudiar lo que realmente le gustase. Como yo no soy profesor y hace ya algunos años que abandoné el insitituo, no sé si esto fue simplemente casualidad o realmente hay una tendencia de desánimo entre el profesorado de lengua y literatura. Me gustaría inclinarme, claro, por la primera posibilidad.

sábado, 16 de abril de 2011

Optimismo y prepotencia

Tengo muchos amigos futboleros (por no decir todos o la gran mayoría). Unos son aficionados del Barcelona, otros del Real Madrid. Alguno del Atlético de Madrid. Los menos, del Espanyol de Barcelona. Como muchos de vosotros sabréis (las radios, las televisiones y los diarios se están encargando de ello), habrá cuatro enfrentamientos directos entre Real Madrid y Barcelona en menos de veinte días. Lo nunca visto, dicen.

He estado presente en varias discusiones (algunas acaloradas) sobre el resultado final de cada uno de los partidos. Si el seguidor del equipo X dice que cree que su equipo va a ganar, el seguidor del equipo Y le dice que es un prepotente. Si ese mismo dice que su equipo va a perder, el otro le responde que odia su falsa modestia.

En fin, que ayer un diálogo que parecía sensato acabó siendo una discusión sobre la diferencia entre optimismo y prepotencia. ¿Es prepotencia decir que tu equipo va a ganar o que así lo crees? ¿O es sólo optimismo? ¿Depende del tono? ¿O depende del interlocutor?

sábado, 9 de abril de 2011

No anduve

Todavía hay personas que me miran con desconfianza cuando les digo qué estudié en la universidad. "¿Pero todavía queda gente de letras?", me preguntaron anoche. Yo trato de sonreír y pensar en cualquier otro tema, pero a veces insisten. "¿Y allí qué os enseñan?"; pero yo ya estoy en otra conversación. "¿Para qué servirán las letras?", se oye de fondo. Lo intento, de verdad que lo intento, pero: "¿Que para qué sirven las letras?"... Cuando voy a intervenir, se me adelantan:

-Para que todo el mundo pueda preguntar estupideces de vez en cuando.

El otro se ofende y masculla algo ininteligible. Pasado un buen rato, hay una pequeña discusión al otro lado de la mesa, en la que la misma persona está involucrada. Se dirige a mí con sorna:

-A ver, el de letras, el filólogo; que dice ésta que no se puede decir "andé", que lo correcto es "anduve".

-Aunque "andé" está muy extendido, lo correcto sería "anduve".

Tras un momento en silencio, responde que eso es una chorrada y que no tenemos ni idea. Así, tal cual. No le discuto la segunda parte, que conste, pero dejadme que transcriba literalmente la frase que zanjó la discusión:

-Pues que sepáis que yo lo digo como me sale de los cojones. A ver si esos años que te pasaste en el bar te dan derecho a corregir nada.

De todas las respuestas que se me ocurrieron en ese momento, sólo pude usar una.

lunes, 4 de abril de 2011

Liverpool

Estoy en la estación de tren de Liverpool con varios amigos. Me asomo a la ventanilla de billetes, mientras una señora me mira con cierta desconfianza desde dentro.


-I would like to buy four tickets to Manchester Central, please.

-XXXXXX?

-Eeeeer... Sorry?

-XXXXXX?


Sigo sin entender qué me pregunta. Busco con la mirada a mis amigos, pero están despistados (o haciéndose los despistados), no sé si riéndose de mí o de cualquier otra cosa. Lo intento de nuevo.


-Sorry, could you repeat it more slowly?

-XXXXXX?

-¡Diantre!

-Sorry?


Sí, eso sí que lo he entendido. En fin, algo es algo. Le digo que espere un momento y llamo a mis amigos. Todos han (hemos) estudiado inglés desde pequeños, pero no hay manera de entender qué nos está preguntando. Nuestro nerviosismo crece; la hora de salida del tren se acerca. La señora, con cara de pocos amigos, coge un papel en blanco y un bolígrafo y escribe: "One way or round trip?"


Los cuatro nos miramos. Uno murmura "si estaba preguntado eso me corto los cojones"... Pero sabe que, seguramente, perdería la apuesta.

Una vez en el tren, hablamos sobre qué ha ocurrido unos minutos antes. Uno opina que la culpa es de los ingleses, que no entienden que pueden repetir lo que dicen de forma más pausada y que sistemáticamente lo repiten exactamente igual que la primera vez. El otro dice que no, que la culpa es del sistema educativo español, que es un desastre en cuanto a los idiomas. Otro que la culpa es nuestra, que deberíamos haber estudiado más inglés, haber visto las películas en versión original, no inventarnos las letras de las canciones y habernos ido de Erasmus cuando tuvimos oportunidad. Yo miro por la ventana y pienso qué pensará de este tema quien lea esta entrada del blog.

Bonita ciudad, Liverpool.